Es un lugar precioso. No hace ni frio
gélido, ni calor sofocante. Nos podemos encontrar tanto con playas paradisíacas
como con montañas altísimas llenas de nieve blanca. Selvas verdes y sin
contaminación asquerosa también se encuentran aquí. Es un placer extraordinario
para el sentido de la vista humana.
La tranquila calma rodea todo el magnífico
territorio, y eso, al mariscal sulfuroso nunca le gustó. Él prefería lugares
ruidosos y con más gente inquieta.
Sin embargo, mi lugar extraordinario
posee una inmensa cantidad de olores tropicales gracias a los altos árboles y a
sus frutos jugosos que cuelgan de sus altas ramas. Al comerlos, se sienten su
intenso sabor a naturaleza viva.
A todas horas, una brisa cálida
acaricia los cuerpos relajados de las personas relajadas que se encuentran
aquí.
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